Crónica de una partida que empezó con dos dados
Dicen los viejos manuales que, cuando el café es fuerte y el semestre arrecia, nacen pactos irrompibles.
El nuestro empezó entre cables, fichas perdidas y un tablero manchado de tinta. Juramos crear un lugar
donde la aventura no dependiera de la hora ni del grupo, sino del deseo de explorar.
Forjamos BoardVenture en un taller humilde: un portátil cansado, un repo recién invocado
y una brújula que siempre apuntaba a la diversión. Cada módulo fue un pasillo de mazmorra,
cada prueba un monstruo con armadura de aserciones. Fallamos tiradas, repetimos encuentros, subimos de nivel.
Y cuando por fin abrimos la puerta final, allí estaba: una mesa larga, miles de sillas, y tu sitio reservado.
No prometemos gloria eterna (aunque alguna épica caerá), pero sí un refugio para quien ama las reglas bien explicadas y la magia de compartir partida alrededor de una misma mesa.
Aquí la imaginación manda y el resto son sólo tiradas con ventaja.